martes, 29 de diciembre de 2009

La tragedia de Cromañón, una herida inentendible y perenne




El humo tóxico del incendio en el boliche Cromañon mató a 194 personas, en su mayoría jóvenes. Habían concurrido a despedir el año y a escuchar a la banda de rock Callejeros. El desastre puso en evidencia un perverso sistema de pequeñas corrupciones pero nadie se hace responsable.
Fue el mayor desastre de la historia contemporánea argentina. Como en toda catástrofe que pone a prueba la condición humana, Cromañón reveló lo mejor y lo peor de esa condición. Lo mejor estuvo ceñido al heroísmo con el que algunos actuaron aquella noche fatal que parece ya tan lejana en el tiempo. Lo peor pervive todavía en las fintas que los involucrados hacen y harán para eludir el accionar de la Justicia y para evitar el más leve cargo moral por la tragedia.
Algo terrible ha sucedido que a todos indigna pero de lo que nadie quiere hacerse cargo, sólo el olvido. La ecuación no es aplicable únicamente a Cromañón sino a otras muchas catástrofes argentinas, sociales y políticas.
La noche del 30 de diciembre de 2004, en un local mezcla de boliche bailable y microestadio, con capacidad para 1031 personas, cerca de 3 mil jóvenes se reunieron para despedir el año y escuchar a Callejeros quienes también sufrieron la muerte de algunos familiares y seres queridos.
Un incendio desatado por uno o varios elementos pirotécnicos disparados por los espectadores, consumió buena parte del techo del local. Y el humo tóxico que se desprendió mató a 194 personas, en su mayoría jóvenes, que quedaron atrapados en la trampa mortal de una puerta señalada como de emergencia, que estaba sellada con un candado y fijada con alambres.
La tragedia sucedió mayormente debido al señor Omar Chabán que no puso en condiciones al local y al gobierno que acepto la coima y luego se hizo el “yo no hice nada” como el señor Ibarra y muchos otros, al ser importantes en el estado y adinerados no tuvieron condena alguna tras esta tragedia al haber cometido un acto de corrupción, irresponsabilidad y además no dar la cara luego de este atentado hacia toda la gente, especialmente familiares de personas fallecidas.

Chabán apela a "Dios, a una maldición, a un aciago destino, a una extraña conjunción cósmica" para eludir los cargos, o imagina un atentado terrorista llevado a cabo por tres personas, nadie sabe por qué. El Gobierno porteño se escuda en la vigencia de leyes obsoletas, de normas dictadas "para que no se puedan cumplir", como admitió el propio Ibarra en enero, en una estructura legal que, todos saben, favorece la corrupción y tienta a la tragedia, pero que nadie cambia.
Esa es la otra gran tragedia de Cromañón. Quién sabe cuándo cambiará. La verdadera tragedia yace en ciento noventa y cuatro cuerpos sepultos, muchos de los cuales no habían conocido siquiera el amor o apenas se asomaban a él. Esa herida es aún un desgarrón que sangra.
Quién sabe cuándo cerrará.



No hay comentarios:

Publicar un comentario